La primera vez que supe de esta marcha, fue en 2008, cuando mis compis Bola y Javier Perez afrontaron este reto con valentía y sufrieron en sus carnes la dureza del recorrido. Aquel año les cayó el dilubio universal, y además pasaron un frío tremendo, pero consiguieron terminar todo el recorrido completo. En este momento ya me empezó a surgir el gusanillo, y aunque en 2009 no me atreví a inscribirme por lo reciente de mi operación, este año tenía claro que tenía que hacerlo aunque fuera una sola vez.
Además este año, gracias a las vivencias y anecdotas que nos habían contado otros compis, nos hemos animado unos cuantos mas y al final, nos hemos juntado un buen grupo de «soplaos» que hemos ido a sufrir a este «paraiso» cántabro. Del GD Mulero, yo, Javier Perez, Javier Cubino y Pino, y del CC Roselin, Bola, Pedro, Goyo, Dani, Exposito, David Martín y David Jimenez. Decir, que al final, todos completaron la prueba, salvo el Bola, que no se le ocurrió otra cosa, que partir la patilla del cambio.
Como la ocasión merecía la pena, 3 semanas antes, comencé a montar una nueva bici con un cuadro de mi talla (la anterior me quedaba muy pequeña), con la idea, de llevar una máquina aceptable al gran reto. Al final, me ha salido una bici que parece que la he comprado en el Alcampo, y además, se me ha ido un poco de las manos el peso. 13,1kg!!! vaya hierraco!!!!. Ahí es na. Tampoco puedo pedir mucho mas con un cuadro que me ha costado nuevo 106€ y un montón de piezas reutilizadas que tienen como 6 años. Eso si! me ha salido recia de narices, ni un solo problema durante toda la ruta, ni el mas mínimo salto de cambio, ni fallo en frenos, ni cadena, ni nada. Vamos, una bici para la guerra. Jeje, esto de ser uno mismo el mecánico tiene sus ventajas.
La ruta comenzó puntualmente a las 8:00, y con suerte nos colocamos bastante adelantados, entre los 500 primeros mas o menos. Al fondo, cerca de la linea de salida, pude ver al resto de componentes del GD Mulero, que habían llegado todos juntos en el coche de Javi. La salida fue bastante rápida, pero se podía avanzar posiciones sin problemas, después de una zona de ligeros subebajas, ya estaba colocado como entre los 300 primeros, pero como no conseguía alcanzar a mis compis preferí poner un ritmo al tran tran, que era lo que tocaba para este día.
Después de un tramo de transición con bastante bajada, llegamos a la subida del Soplao, que también contaba con grandes rampas, y donde pude seguir pasando gente, y dando un recital de sudar bastante exagerado. Hubo un momento que me dió hasta vergüenza porque empecé a pensar que daba la sensación de tío que va a reventar de un momento a otro, y la verdad es que las sensaciones eran bastante buenas, aunque con un poco de bochorno. Después de coronar, vino una bajada algo técnica, y como es normal, me empezó a pasar gente. Soy un pésimo bajador, y esto en el MTB se paga. A mitad de la bajada, me encontré con mi compañero de equipo Raul Tortonda, que había rebentado la rueda y estaba intendando repararla con un spray. Después de ofrecerle mi ayuda, me comentó que siguiera, que la cosa con el spray estaba jodida y que tenía que cambiar la cámara. Decidí tirar para delante a mi ritmito, porque estaba convencido que Raul me pillaría mas adelante. He visto de lo que es capaz en un puerto, y no me cabía lamenor duda de que nos encontraríamos tarde o temprano.
Termine de bajar el Soplao, y entré en una zona de transición próxima a Puente Nansa, donde me encontre con otro compi del Mulero, Edu Pino, le saludé y le comenté que yo iba a seguir a mi tran tran, que me estaba encontrando bien y quería seguir a ese ritmo. Pronto vi que no venía, y supuse que se habría quedado a esperar a Raul.
Después de esta zona de transición, mas o menos en el km 47, llegó la subida al Monte Aa. Posiblemente la mas dura de todas, por sus pendientes, pero no demasiado larga. En esta subida te tienes que enfrentar a rampas de hormigon rallado que rondan el 20%, y es un ejercicio de equilibrio y mentalización pasarlo con todo el desarrollo metido. Me fui animando al ver que seguía pasando a algún que otro ciclista, mientras mantenía un pulso que no me desgastaba, ya que en ningún momento sobrepasé las 172ppm, que es ir por debajo de mi umbral. Después de coronar el Monte Aa, otra bajada, donde me volverían a pasar algunos de los que había adelantado en la subida.
Del km 58 al 68, otra zona de transición que picaba para arriba, intentando formar un grupito para ir haciendo camino poco a poco. A estas alturas de marcha, todavía tenía la sensación de llevar las piernas frescas y con muy buenas sensaciones. Aproximadamente en el 68, comenzaba la primera gran subida de la jornada, la ascensión al Moral, una subida de 11,5km con una parte incial de 8,2km al 7,8%, en la que los 4 primeros kilómetros están entre un 8,5% y un 9,5%. Un buen hueso sobre todo yendo en MTB. La comencé con muchos ánimos, y además, en compañia de otro ciclista con el que iba intercambiando alguna brona, jeje, le dije que si me ayudaba a ganar el Tour, le daba la etapa, cosa que le pareció buen trato.
Pero pronto se nos quitaron las ganas de hablar, y mas o menos a mitad de subida, cuando ya habíamos pasado lo mas duro, empecé a notar un calor asfixiante. La subida va desde los 250 a 1000m de desnivel, es decir, se hace a una altura relativamente baja, si a esto le unimos que no corría ni una brizna de aire, y el puerto no tiene nada de sombra, resulta que aunque no hacía una temperatura excesiva, quizás unos 26º, el bochorno si era importante. En el Garmin (al sol) 31,5º.
A falta de 2km para coronar, afrontamos una zona mas suave donde ya hacía menos calor por la altitud y pude recuperar fuerzas, para afrontar la bajada y el siguiente puerto. El la cima de Cruz de Fuentes, un tío estaba cantando los puesto, y cuando oí que iba el 92 (de 3000), me animé bastante porque no tenía ni idea de que estaba tan alante.
En el km 100 llegó el plato fuerte, Cruz de Fuentes, un puerto de 16km con una pendiente media del 4,6%, pero que tiene una parte final de 4km al 8%. A esas alturas de ruta, con el calor que hacía a la una del medio día, con 33º en el Garmin, se hizo duro duro. Con el plato mas pequeño en muchas ocasiones, manteniendo un ritmo que rara vez superaba los 10km/h. En este puerto apenas pasé a 2 personas y creo que a mi me pasó otra.
Por el camino me encontré gente que se paraba a respirar debajo de una sombra, con la cabeza gacha, sin mirar para ningún lado, intentando recuperar el aliento, también via alguno que otro tirado en la cuneta debajo de una sombra, con cara de haber roto motor, y me preguntaba si no pegaría yo una explosión de esas. La solución adoptada, fue bajar todabía mas el ritmo, y aprovechar el desarrollo de la mtb, que puede llegar a ser increiblemente corto. Lo peor de todo, de toda la marcha, no fueron las pendientes de los puertos, ni los kilómetros, ni las horas sobre la bici, sino la sensación de que me estaban cociendo la cabeza en una holla express. Algo que solo había sentido en el MarieBlanque en la Quebrantahuesos, pero en ese caso, se sube en 25 minutos, pero Cruz de Fuentes, a la velocidad que iba, me estaba costando mas de una hora, y me preguntaba si iba a aguantar esa presión del calor tanto tiempo. Poco a poco fueron cayendo las pedaladas y finalmente pude coronar. Arriba, llené el bidón de agua y me tiré a por la parte final de la ruta.
Después de pasar otro par de tachuelas, el puerto de Palombera y Venta Vieja, los kilómetros empezaron a notarse, y el dolor de cuerpo empezó a aparecer. En el km 130, por fin, comenzó la última subida, la subida al Moral, ya con pocas fuerzas y mas calor, en este puerto llegué a ver mas de 35º en el Garmin, con mas de 7 horas sobre la bici pero con el aliciente de saber que después de este puerto el reto estaba conseguido. Durante la subida, una cosa curiosa, te vas cruzando con cantidad de ciclistas que llevan algo mas de la mitad de la ruta, y que acaban de terminar su primera subida. Es impresionante ver que mientras vas ahí pedaleando hecho polvo a falta de 25 kms para terminar, hay gente que le faltan 85 y que siguen con la misma ilusión que tu, para conseguir su reto particular.
No sin sufrimiento y pasando un calor inhumano, pasé este último puerto, y afronté la bajada hasta la meta con bastante dolor de cuerpo, sobre todo por la tension de las bajadas, donde me dolía la espalda, los triceps, la nuca, el culo …. El último tramo de llano con aire de cara y ya estábamos en la meta de Cabezón de la Sal, donde comprobé que había hecho un tiempo estupendo para lo que yo esperaba. 8h 43′ y puesto 90 de la general. Por detrás, quedarian otros 2000 participantes que irían llegando de forma intermitente hasta las 11 de la noche. Y por otro lado, otros 1000 participantes, que este año no podrían conseguir su reto por avería, retirada, o por llegar fuera de control. Es increible que una prueba de ámbito cicloturista pueda ser tan dura como para eliminar de un plumazo a mas del 30% de los participantes, es impresionante.
Desde luego, como ya he dicho alguna vez después de venir del Soplao. «Al que le gusten los retos, si no ha hecho este, ya tiene uno pendiente».