Estos días he andado muy liado, y se me están acumulando las crónicas. Bueno, más vale tarde que nunca, y aquí estoy para contaros mi ladrillo habitual.
Este año fuimos a Sabiñánigo un buen grupo de amigos para hacer esta marcha, que, por unas cosas u otras, nunca deja indiferente. Del GD Mulero, nos juntamos Cubino, Ruben, Rafa, Sera, Felipe, Luis Andrés, Benito y un servidor. Del CC Roselin, Pedro, Francis y Jose Maria. También contamos con la compañía de Luis de la Solera y algunos amigos de Rubén, entre los que estaban Ivan, Octavio y algunos más de los «Peñas Negras». Las expectativas eran variadas, desde gente que querían rebajar tiempo, hasta otros como yo, que solo llevaba la intención de hacerla disfrutando a ser posible en compañía de alguien, que es como mejor se hacen estos safaris. La semana anterior había vuelto de un viaje que me habrá hecho estar 8 días sin montar en bici, y no estaba el cuerpo para excesos.
La mañana del sábado amaneció despejada, y aunque hacía bastante fresquete, no auguraba lo que se nos venía encima. Nos vestimos de corto con manguitos para evitar la calorina del MariBlanque, ¿calorina? qué más quisiéramos…
En la salida, de los 8600 tíos inscritos, al parecer, solo había algo más de 7000, o eso dijo después la organización. Yo creo que estábamos los 7000 que no habíamos leído el parte metereológico del otro lado de los Pirineos. Aunque tenía dorsal verde que me permitía salir más adelantado, no me molaba mucho la idea de ir solo desde el principio, y preferí irme para atrás con Cubino, que no tenía cajón porque era su primera QH, y buscamos al resto de Muleros y allí nos juntamos Cubic y yo con Rafa, Felipe y Sera dispuestos a disfrutar de una QH más.
Como siempre, la salida muy nerviosa avanzando posiciones, cuando nos quisimos dar cuenta estábamos subiendo el Somport. A mitad de puerto, vi que Cubic tiraba fuerte del grupo en el que íbamos y yo preferí poner mi tran tran, ya que quedaba mucho todavía y tenía miedo de explotar en el Portalet o antes. Por otro lado, Rafa que iba conmigo, se dio cuenta que no venía Felipe, y se quedó a esperarle. Total, que me quedé solo, salvo por la compañía de Carrasco, un antiguo compañero de equipo de cuando corría en escuelas y con el que hice la mayoría de la ascensión al Somport. En la parte final del puerto, empezó a llover y a haber bastante niebla, y vi como venía bastante gente en sentido contrario. Evidentemente, la cosa se ponía fea.
La bajada del Somport fue infernal. Además del agua y que la carretera parecía una pista de patinaje, por momentos, había una niebla tan espesa, que no se veía más de 15 metros. Se trata de una bajada muy rápida y larga, y pronto el cuerpo perdió la temperatura ideal, y empezamos a pasar un frio del carajo. Parecía que no se iba a acabar nunca y de la tensión, las cervicales empezaban a acusar la tensión. Parecía que me habían dado una paliza, con dolor de espalda, cervicales y brazos. Además, las tiritonas hacían que fuera muy difícil seguir una línea recta y esto añadía más peligro al tema. A mitad de bajada, me paré a desinflar un poco las ruedas, y la verdad es que me dio bastante seguridad y bajé relativamente bien. Cuando llegamos a las zonas de llano, el cuerpo estaba totalmente entumecido y tenía la sensación de tener las rodillas bloqueadas, no paraba de llover, y tuve claro que no iba a parar en toda la marcha. En este punto creo que es cuando más gente se retiró, yo por algún momento pensé «joder, que duro es esto», pero pronto me venían ideas del tipo «joder, que mítico es esto, hay que terminarlo porque seguro que se hablará mucho tiempo de ello y la anécdota quedará ahí en el bolsillo». Sabía que lo más importante era no dejar de dar pedales, y eso fue lo que hice, dar pedales durante 7 horas.
Después de la bajada, bajo un puente, vi a Rubén que estaba parado con Luis Romeral y le di una voz para ver que le pasaba, a lo que me pareció que me contestaba con un gesto como diciendo que no pasaba nada. Luego supe que se había retirado por el frio y el principio de hipotermia que había sufrido, al igual que otros 2000 tíos más a lo largo de todo el recorrido.
La subida al Marie Blanque, con bastante lluvia, la llevé muy bien, por alguna razón, el cuerpo estaba carburando bien y pude pasar a bastante gente. Se me pasó muy rápido. La bajada, más agua, pero esta vez con un asfalto más rugoso que me permitía tener más confianza y bajar más rápido.
Casi sin darme cuenta llegó el Portalet, con sus 27km de subida, donde tendría que ver realmente que tal estaba y si había guardado o gastado mucho. Se trata de un puerto muy suave en su primera parte, y vas subiendo casi a plato todo el tiempo. Las sensaciones fueron buenas, y pronto me encontré a falta de 15km donde hay una parte un poco más exigente. En esta parte el cansancio empezó a aparecer y ya no pasaba gente con tanta alegría, sino más bien, iba todo el rato más o menos con la misma gente, todos en silencio, mudos, cada uno con su procesión interior, con el frio, la humedad en la ropa y en cansancio, enlazando una pedalada tras otra. A falta de unos 10km divisé el avituallamiento y no me lo pensé, me paré y hice buen uso de la inscripción pagada. Higos, frutos secos, sándwich mixto congelado, Coca-Cola…También aproveché para echar una meadita, que llevaba el depósito petado desde la salida, pero no había visto la ocasión buena para evacuar aguas. Después de este descanso, las fuerzas volvieron a entrar, y otra vez comencé a pedalear alegremente, pasando gente que incluso iban conmigo antes de la parada.
En este tramo no me pasó nadie, salvo Sera, que es un gran experto en la QH, y supo guardar fuerzas mejor que nadie. El tío me paso como un misil y no hice ni por seguirle. Por otro lado, me extrañó que no me cogieran Rafa y Felipe en la Bajada, ya que sé que bajan muy bien, y luego supe que habían querido ir muuuuy tranquilos, sin gastar nada.
A falta de 4km cogí a Cubic, que llevaba más frío y hambre que un perro chico, y me dije «esta es la mia, me quedo con tío Cubic y así por lo menos voy acompañado una parte de la marcha», y así hice, hicimos el resto del recorrido juntos.
La bajada del portalet fue en la que más frio pasé. Supongo que, por la acumulación de agua y frío, el cuerpo estaba ya muy destemplado, y las pasé canutas hasta llegar a pie de Hoz de Jaca, la última dificultad montañosa. Este puerto lo subimos muy fuerte, Cubic había repuesto fuerzas en la cima del Portalet y las piernas volvían a generar potencia. Coronamos juntos, y nos lanzamos a por la meta en Sabiñánigo. En este tramo, desapareció el frío y una agradable brisa cálida empezó a calentarnos de lujo. Este tramo fue una gozada, con aire a favor a rueda de un figura que iba tirando como un poseso sin que casi no pudiéramos darle el relevo. En la meta, nos dimos por satisfechos con un modesto tiempo de 7h 06′, que pienso que es irrelevante teniendo en cuenta el día que hizo y que no entraba en mis planes hacer ninguna marca.
Poco más tarde, llegaron Rafa y Felipe, a los que siguieron Pedro y Jose Mari. Francis fue más sensato y no se arriesgó a bajar el Somport y se dio la vuelta antes. También fueron llegando el resto de Muleros, Roselines y Peñas Negras.
Mas tarde supimos que Rubén se había quedado «colgado» en un pueblo próximo a la frontera con Francia, junto con Ivan y un montón de gente más. A nuestra amiga Ana (tritata) le pasó algo parecido y también tuvo que ser «rescatada» por sus amigos durante la tarde.
En definitiva, no puedo decir que disfrutara como un niño, pero si me dejó un buen sabor de boca, y el «disfrute» de haber completado una jornada tan dura llegando de una pieza.
Una de las ediciones más exigentes de la marcha pirenaica, que se ha saldado con la retirada de más de un tercio de los participantes debido a las adversas condiciones climatológicas
Ciclismo a Fondo